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Los depósitos enterrados son una solución eficaz para integrar sistemas de tratamiento biológico de aguas residuales, como los reactores biológicos. En estos reactores se llevan a cabo las reacciones bioquímicas necesarias para descomponer la materia orgánica presente en el agua, gracias a la acción de microorganismos aeróbicos.
Para que estas reacciones tengan lugar, es fundamental aportar oxígeno de forma constante. Esto permite mantener condiciones aerobias dentro del reactor y asegurar una buena circulación que mantenga los microorganismos activos y en suspensión.
En los sistemas de oxidación total, el agua residual se mezcla con fango recirculado y se distribuye de manera homogénea dentro del volumen del reactor, que está correctamente aireado. Debido al tiempo prolongado de aireación, el proceso se desarrolla en fase de crecimiento endógeno, donde los microorganismos consumen la materia celular de otros para sobrevivir, optimizando la eliminación de residuos orgánicos.
Los depósitos enterrados permiten alojar este tipo de sistemas de forma segura y discreta, integrándose perfectamente en el entorno sin afectar la estética ni ocupar espacio en superficie.